Estudiantes universitarios e intelectuales apoyan la propuesta de un boicot generalizado a los productos israelíes, aunque la mayor parte de lo que consumen provienen de su principal enemigo
CARLA FIBLA/ CADENA SER 20-08-2009
Los productos que entran por los pasos fronterizos de Israel se disputan el espacio en las tiendas de la Franja de Gaza con los que de forma "clandestina" lo hacen por los más de 700 túneles de Rafah, al sur del territorio que siguen funcionando noche y día.
Alumnos de universidad y profesores se agrupan y proponen que la Franja de Gaza no adquiera productos israelíes, aunque casi todo lo que consumen proviene de ese país- (CARLA FIBLA)
Cuando lo lógico es pensar que los ciudadanos de Gaza ya tienen bastante intentando acceder a los productos básicos para su supervivencia, nos encontramos con un colectivo de intelectuales, profesores de universidad y artistas que dirigen la activa campaña BPS, que en inglés significa "Boicot, Desinvestment, Sanctions" [Boicot, Desinversión, Sanciones].
Es un grupo de personas que considera que el cambio en la relación del mundo con Israel tiene que nacer desde el territorio palestino, que ellos tienen que ser los primeros que impongan la "no normalización" con el estadojudío para exigir que se levante el bloqueo económico que sufre la población y se abran sin condiciones las fronteras.
Después de la devastadora ofensiva militar israelí de diciembre de 2008 y enero de 2009, a la que los miembros de este grupo llaman "masacre", un nutrido grupo de estudiantes de la Universidad Al Aqsa decidieron imitar a sus mayores y crearon su propio movimiento: PSCABI (Campaña de Solidaridad Palestina para el Boicot de Israel).
El número de estudiantes interesados en concienciar a sus compañeros de aula no ha dejado de aumentar en estos últimos 7 meses. A pesar de las limitaciones, de que en ocasiones no hay alternativa para algunos productos israelíes en la franja, consideran que hay que rechazar todo lo que provenga de Israel.
Una de las personas más activas y carismáticas del territorio, el catedrático Haidar Eib, lidera la campaña BPS y está ayudando a que PSCABI obtenga un número de estudiantes lo suficientemente representativo como para que puedan darse a conocer en el extranjero, y pedir ayuda a universitarios de otros lugares del mundo para que se unan a su causa.
Me invitan a que les acompañe a Rafah para presenciar el primer contacto con un grupo de estudiantes de esta zona del territorio, donde la población es muy conservadora y cerrada a cualquier iniciativa. Durante la escasa hora que nos cuesta llegar desde ciudad de Gaza, por la impresionante carretera de la playa, hasta el centro de Rafah, Mohamed me explica que es injusto que a Israel no se le exija que cumpla las resoluciones de la ONU. "Nosotros vivimos en una gran cárcel sin derechos. Lo único que podemos hacer es plantarnos, llamar la atención de la comunidad internacional no a través de la violencia sino exigiendo que se nos permita tener una vida digna. Vivimos en una constante humillación liderada por Israel, apoyada por Egipto que también ha bloqueado su frontera, y consentida por todos los países supuestamente democráticos que no hacen nada para evitar que millón y medio de personas vivan en unas condiciones inhumanas", asegura Mohamed que a sus 22 años no ha salido nunca de los 360.000 kilómetros cuadrados que ocupa la franja de Gaza.
Denuncian la "ocupación, el apartheid y la colonización" de Israel de su territorio ofreciendo ejemplo concretos de la vida cotidiana de los habitantes. Aseguran estar "hartos" de seguir la corriente de lo que otros deciden por ellos, y por eso hoy se esfuerzan en convencerse los unos a los otros de que el cambio tienen que nacer desde dentro. "Como campaña BPS tenemos contactos con organizaciones internacionales que están difundiendo nuestros objetivos, pero también hemos explicado al Gobierno de Hamás nuestras ideas porque, que Ismail Haniya [jefe del Ejecutivo de la franja de Gaza] pronuncie en un discurso la palabra "BPS" y pida el boicot a Israel, supone que millones de musulmanes en el mundo puedan poner en práctica la campaña", explica entusiasmado el profesor Haidar.
Quince estudiantes, la mayoría en los primeros años de la carrera, acuden al centro de PSCABI en Rafah. Aiman, el encargado de la campaña en esta parte de la franja de Gaza, reparte batidos de fresa y chocolate procedentes de Egipto y pasteles árabes. "Hay que tener en cuenta todos los detalles, para que entiendan que esto es algo muy serio, que puede cambiar nuestra situación", comenta con una amplia sonrisa.
Después de una larga explicación sobre las razones de la campaña, salpicada de nombres como Ghandi, Nelson Mandela, Hugo Chávez, Evo Morales o Ilián Pappé, los alumnos hacen las primeras preguntas: "Usted tiene un coche, ¿le pone gasolina que proviene de Israel?". El profesor Haidar responde con rapidez que plantearse una campaña de boicot a tu principal suministrador es "la ironía de las ironías", pero que dentro de las lógicas limitaciones, porque es imposible ser estrictos en Gaza, está convencido de que el mensaje llegará al exterior y que en Europa o EEUU sí que podrán ser rigurosos. "Tenemos que exponernos primero nosotros, sufrir el boicot porque hay productos mejores con letras hebreas en las tiendas que no compraremos, para que en el extranjero, que además hay escritores, empresarios, artistas,... israelíes, se produzca también ese rechazo. Esperamos que la solidaridad de los que contemplan nuestra situación les lleve a negarse a conversar o saludar a un israelí, si éste no está dispuesto a escuchar y razonar las condiciones que el Gobierno hebreo impone a los palestinos de la franja de Gaza".
Cuesta comprender y aplicar las intenciones de las campañas de boicot a Israel cuando la moneda que circula en el territorio son shekels israelíes, aunque quizás esta realidad sea sólo la muestra del largo camino que les queda por recorrer.
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