lunes, 15 de marzo de 2010

Globalización liberal y colonización de la economía israelí


Hace más de sesenta años, Israel daba la imagen de un país pionero, de agricultores organizados en los kibbutz, estructuras colectivistas del sionismo “socialista” de los Ben Gurion y laboristas de la época. Los tomates crecían en el desierto y los cítricos de Jaffa inundaban los mercados. Fotos de aquella época hacían suya la imaginería del realismo socialista. Por supuesto, ningún palestino venía a perturbar el paisaje. Un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo … rodeado por un mar hostil. David contra Goliat … Las cosas han cambiado mucho desde entonces. Las máscaras han caído.
Confrontado a una ausencia de recursos naturales y de materias primas (excepto los minerales del Mar Negro y del Negev), la industria israelí se articulaba esencialmente sobre la agricultura (agroalimentario, abonos, pesticidas, textil, herramientas y equipamientos …) y sobre el desarrollo de las infraestructuras. Cuenta, además, con una pericia para el trabajo del diamante, talla y pulido.
La necesidad de asegurar la integración inmediata (y, por lo tanto, el empleo) de los contingentes de emigrantes judíos venidos de los países árabes, con frecuencia poco cualificados en el dominio industrial, reforzó el desarrollo de las industrias tradicionales.
Las cosas empezaron a cambiar a finales de la década de 1960 tras la Guerra de los Seis Días que llevó a la ocupación de Gaza y Cisjordania, incluido Jerusalén Oriental, los cuales ofrecían a la economía israelí una mano de obra barata, un mercado cautivo, tierras y agua. Desde 1968 se creó la primera colonia israelí en el valle del Jordán, Argaman, afirmando una voluntad expansionista.
Había que desarrollar las exportaciones que sólo cubrían la mitad de las importaciones, lo que inflaba inevitablemente la deuda exterior. El elemento más importante, si no decisivo, en la aceleración de esta evolución y más tarde en su orientación hacia las industrias de alto valor añadido fue la decisión política de desarrollar una industria de armamento en respuesta al embargo decretado por el general de Gaulle tras al Guerra de los Seis Días en 1967 y con la opción estratégica, vital a ojos de los dirigentes israelíes, de conquistar el más alto grado de independencia en este dominio. Esto proporcionó a la industria, sobre todo a partir de la década de 1990, la base del desarrollo de una industria de alta tecnología.
Hoy en dia la enorme apertura de Israel en dirección a los mercados exteriores ha hecho a este país particularmente vulnerable a las presiones económicas procedentes del exterior tanto para sus importaciones de materias primas como para las importaciones de sus multinacionales. Las autoridades israelíes conceden una gran importancia, tanto en el plano diplomático como en el económico, a la firma de tratados de libre intercambio. Documentos producidos por ministerios o instituciones israelíes no dejan de hacer regularmente la lista de ellos. En una misma lógica, combaten ferozmente todas las acciones susceptibles de dificultar estas relaciones, en particular los llamamientos a sanciones que se han multiplicado desde los crímenes de guerra, incluso los crímenes contra la humanidad, cometidos por Israel en Gaza.
En todo el mundo se están desarrollando campañas de boicot, desinversión y sanciones con unos primeros éxitos (Dexia y los préstamos a unas colonias, Veolia-Alstom y el tranvía de Jerusalén, el fondo soberano noruego que retira su inversion de Elbit, Assa Abloy que traslada su filiar Mul-T Lock de Barkan en Cisjordania, etc.). Campañas entre los consumidores tiene por objetivo las empresas que tiene sus centros de producción en colonias (Soda Club, Ahava, Agrexco …), colonias, hay que recordarlo, todas ellas ilegales según el derecho internacional.
Estas movilizaciones de consumidores pueden ser un punto de partida, un arma para exigir sanciones institucionales contra Israel, sobre todo la suspensión del acuerdo de asociación Unión Europa/Israel. Objetivo que el boicot consumidor no debe hacernos olvidar ya que dicha sanción es tremendamente eficaz debido a las estructuras de la economía israelí. Si no, la política israelí continuará negando el derecho con total impunidad. Como indicaba el periodista israelí Gideon Levy en una entrevista para el diario L’Humanité en enero de 2010, “no hay ninguna perspectiva, porque Israel no ha pagado ningún precio por la ocupación y la colonización de los territorios palestinos. Por lo tanto, esto va a continuar”
Este árticulo es un estracto del árticulo original en frances publicado en mondialisation y traducido por Beatriz Morales Bastos.
Leer el artículo entero en la página de Rebelion: aqui

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