Somos estudiantes árabes en las universidades israelíes y les escribimos para apoyar el propuesto boicot académico a las instituciones académicas israelíes. Creemos que dicho boicot es oportuno y esperamos que ayude a mantener los valores morales de ecuanimidad, justicia e igualdad de las que tanto carecemos en la región.
Aunque, acertadamente, la razón del boicot sea los acontecimientos en los territorios ocupados en 1967, proponemos otro ángulo que ratifica la necesidad del boicot, que es nuestra experiencia diaria como árabes en instituciones israelíes. Nosotros somos los afortunados que, a pesar de los obstáculos, hemos logrado proseguir nuestros estudios en centros de Enseñanza Superior. Pocas personas de nuestra generación han conseguido asistir a las universidades, debido a las políticas discriminatorias del Estado. Nuestras escuelas carecen de las instalaciones más básicas para la enseñanza, y el curriculum está estructurado para predisponer a los alumnos hacia la auto-enajenación. Contiene muy poco, si es que hay algo, sobre nuestra historia y cultura. Por añadidura, pretende borrar nuestra memoria histórica y promocionar la política oficial de dividir y gobernar. En resumen, este curriculum toma como modelo los de los más sombríos regímenes, como la Sudáfrica del Apartheid, que adoctrinan en vez de educar. Y así llegamos a las universidades con este bagaje “educacional”.
La idea de que las universidades israelíes se adhieren a los valores de los centros académicos libres, donde la libertad, objetividad y meritocracia académicas prevalecen, es ampliamente aceptada por parte de Occidente. Desde nuestra experiencia, atestiguamos - y constatamos sin ningún género de duda - que esto no es el caso. En años recientes, las universidades israelíes han cambiado los criterios de admisión de varias facultades, para impedir - en palabras de un presidente de una universidad israelí - que estudiantes no deseados (es decir, árabes) acudan a facultades prestigiosas como las de Medicina y Ciencias Naturales. Por otra parte, los profesores que difieren de la ideología oficial, véanse Ilan Pappe y Neve Gordon - son intimidados, acosados u obligados a dimitir. Mientras tanto, toscas declaraciones racistas son consideradas por parte de las administraciones universitarias como benignas o hasta objetivas. Por ejemplo, el Doctor Dan Scheuftan declaró recientemente en una de sus clases que “Los árabes constituyen el mayor fracaso en la historia de la raza humana...no hay nada bajo el sol más errado que los palestinos”; “a lo largo del mundo árabe, la gente dispara en bodas para demostrar que tiene algo duro y en buen funcionamiento que dispara”.
Está claro que ninguno de estos profesores ha sido sancionado nunca. Además, las autoridades de seguridad de la Universidad de Haifa advierten a los estudiantes extranjeros que no visiten pueblos o ciudades árabes.
Aunque algunas universidades israelíes, por ejemplo la de Haifa, se enorgullecen en promocionar la coexistencia, no hay nada más lejos de la realidad. Se nos impide formar nuestros sindicatos (árabes) estudiantiles, y la discriminación racial – bajo el pretexto de no servir en el ejército – está extendida en la forma de no conceder becas ni plazas en las residencias universitarias. Esto es particularmente grave, ya que las universidades están situadas en ciudades judías, y los estudiantes árabes se enfrentan a muchos obstáculos y adversidades para hallar alojamiento, debido a los prejuicios y sentimientos contra los árabes en la sociedad israelí.
Y aún así, las restricciones impuestas sobre nuestra libertad de expresión son más sofocantes. No podemos expresar públicamente nuestros sentimientos o ideas colectivos. Sucede a menudo que nuestras reuniones públicas no sólo son interrumpidas violentamente por parte de estudiantes judíos de extrema derecha, sino que en varias ocasiones, las universidades han solicitado la intervención de la policía. En diversas ocasiones, como durante nuestra manifestación pacífica en la Universidad de Haifa en protesta por la guerra contra Gaza, la policía envió a sus unidades especiales, que se caracterizan por su brutalidad (se adjuntan fotos y vídeos). Sobra decir que hacen el trabajo para lo que están entrenados. Es más, las universidades colaboran con los servicios internos de seguridad (los temidos Shin Bet) y les suministran los nombres de los activistas entre los estudiantes que son regularmente citados, investigados y amenazados.
Por último, esperamos que tomen una decisión que reafirme el verdadero significado de los valores humanos, y pruebe que el racismo, el tribalismo religioso, la ofuscación y el poco aprecio por la dignidad humana ya no son tolerados.
Atentamente,
Movimiento Estudiantil Abnaa el-Balad
Asociación Estudiantil – Movimiento Islámico Iqraa
Asamblea Democrática Nacional – Movimiento Estudiantil
Fuente: Rebelión
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